El próximo domingo 31 de mayo se celebra la Solemnidad de Pentecostés, que conmemora la Venida del Espíritu Santo sobre María y los Apóstoles, cincuenta días después de la Resurrección de Jesucristo.

En el Capítulo 2 del libro de los Hechos de los Apóstoles se describe que “de repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo”.

A partir de ese momento, podemos decir que es el inicio de la Iglesia.  Tal acontecimiento constituye la manifestación definitiva de lo que se había realizado en el mismo Cenáculo el domingo de Pascua”.

“Cristo resucitado vino y ‘trajo’ a los apóstoles el Espíritu Santo. Se lo dio diciendo: ‘Reciban el Espíritu Santo’. Lo que había sucedido entonces en el interior del Cenáculo, ‘estando las puertas cerradas’, más tarde, el día de Pentecostés es manifestado también al exterior, ante los hombres”.

El Espíritu Santo es la «Tercera Persona de la Santísima Trinidad». Es decir, habiendo un sólo Dios, existen en Él tres personas distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta verdad ha sido revelada por Jesús en su Evangelio.

El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo de la historia hasta su consumación, pero es en los últimos tiempos, cuando el Espíritu se revela y nos es dado, cuando es reconocido y acogido como persona.

El Espíritu Santo es don (regalo) de Dios.

«Dios es Amor» (Jn 4,8-16) y el Amor que es el primer don, contiene todos los demás. Este amor «Dios lo ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado». (Rom 5,5).

Que en esta Fiesta de Pentecostés, del Espíritu Santo, tercera Persona de la Santísima Trinidad, nos dejemos inundar con su Amor y recibir sus siete dones para alcanzar la verdadera Vida en Abundancia.

Una canción para escuchar